3/6/15

Father's Love

Hola Hola :D

Espero que les guste mucho éste capítulo, así como me encantó a mi escribirlo, muchas gracias por sus comentarios y como siempre este fic está dedicado a mi querida amiga Mari.




Tema: Father's Love
Extensión: Serial
Parejas: Varias 
Autora: Akari-chan


Capítulo 8

*Maruyama Ryuhei* 

Me siento emocionado y a la vez nervioso, de saber que había llegado el día en el que trabajaría como profesor en un Instituto tan renombrado como éste, mi hijo al saberlo se puso muy feliz y orgulloso, tanto, que hasta él mismo fue quién escogió el traje que usaría el día de hoy, al mismo tiempo que me contaba sobre el Senpai que había conocido en la Universidad, al cual estaba muy ansioso de conocer ya que había ayudado mucho a mi hijo.

Seguí caminando, llegando hasta la oficina de Ohno-san, para así poder ir junto con él al salón que me correspondía.

- Buenos días – dije al entrar por la puerta de la oficina.

- Buenos días Maru ¿Listo para el día de hoy?

- Más que listo – dije sonriente.

- Entonces vamos – dijo saliendo ambos de la oficina, caminando rápidamente, hasta llegar a nuestro destino.

- Buenos días alumnos – dijo Ohno-san al entrar.

- Buenos días Rector – dijeron todos.

- Como sabrán, Kimura-san se retiró hace uno días, debido a sus problemas de salud, así que el día de hoy les presentaré a su nuevo maestro, por favor pasa – dijo, a lo que yo con paso firme, entré al salón, escribiendo mi nombre en el tablero para luego quedar en frente de mis nuevos alumnos.

- Buenos días, mi nombre es Maruyama Ryuhei y a partir de hoy seré su nuevo maestro de Japonés y también el que estará a cargo de éste salón, así que espero hacer un buen equipo con ustedes.

Luego de esa agradable presentación, comenzó la clase sin problema alguno, todos los alumnos eran muy atentos, pero sobre todo uno en especial, se veía que venía de una familia muy refinada, además también muy listo, esto me hacía sentir muy feliz, ya que me demostraban el interés que tenían por aprender, sin duda, había encontrado el lugar de trabajo perfecto para mí.


*Kei*

Con cada día que pasaba, me hacía muchísimo más cercano a Daiki, llegando al punto de desesperarme si no lo veía al menos una vez al día, por eso todos los días iba a la Universidad así no tuviera que hacer lo de mi trabajo de grado, para así poder estar con él, aunque la verdad es que estoy perdidamente enamorado de él, pero no hallaba el valor para confesarle lo que sentía ¿y si me rechaza?

Pero eso no importa por ahora, ya que en el día de hoy iría junto con él a mi casa, porque Daiki necesita que lo ayude a hacer una maqueta para la Universidad y como soy un experto en eso, le ofrecí mi incondicional ayuda.

- Siento mucho la demora – dijo Dai-chan agitadamente, con dos bolsas repletas, una en cada mano.

- Veo que ya compraste los materiales – dije tomando una de las bolsas – aunque no me hubiese molestado ir contigo a comprarlos.

- Para la próxima iré contigo, es que ayer fui con mi Papá a comprarlos, él siempre me ha ayudado con este tipo de cosas.

- ¿Tu Papá es arquitecto? – Pregunto con curiosidad.

- No, mi Papá es profesor de Japonés, lo que sucede es que él cuando era joven trabajó en una constructora y pues por eso sabe algo sobre el tema.

- Ya veo, me encantaría conocerlo algún día.

- Él también está ansioso de conocerte, le he hablado mucho de ti.

- ¿Y qué cosas le has dicho de mí? Bueno, si se puede saber.

- Que eres guapo, inteligente y muy buena persona – dijo un poco avergonzado, luciendo muy adorable con ese rubor en sus mejillas.

- Gracias, entonces… ¿Vamos? – Pregunté, a lo que él solo asintió emocionado, lo tomo de la mano que le queda libre, llegando a donde se encuentra mi carro.

- ¿Y éste auto? – Preguntó sorprendido.

- Es mío.

- ¿Tuyo? – Preguntó si salir todavía de su asombro.

- ¿Por qué te sorprendes tanto? – Pregunté evitando reírme a carcajadas debido a los gestos que hace – y eso que todavía no has visto la mansión.

- ¿Mansión?

- Sí, en la que vivo con mi Papá y mi hermano.

- Sabía que provenías de una familia acomodada, pero no pensé que tanto.

- ¿Y por qué dices eso?

- Es que en el Instituto en donde estudiaba, los niños ricos eran muy egocéntricos e intocables, como por así decirlo.

- No te voy a negar que en verdad existe gente así, pero como ves, no todos somos iguales.

- Menos mal, porque de ser así, yo no te dirigiría la palabra.

- ¿Lo dices en serio?

- Si.

- Pues me alegra ser la excepción – sonreí – sube – dije abriendo la puerta del copiloto.

- Gracias – dijo sentándose de inmediato, tomé las bolsas y las puse en el baúl del auto, para luego entrar al vehículo y comenzar a conducir.


*Hikaru*

Cuando pensaba que las cosas no podían empeorar en mi vida, justo hoy tenía que hacer equipo con Yokoyama-kun en la clase de deportes y aunque le había dicho a mi Papá que me dejara con otro de mis compañeros, éste se negó rotundamente y no era para menos, ya que en verdad ni tenía una excusa convincente para lograr convencerlo y ni modo de decirle lo que me provocaba estar cerca de Yokoyama-kun, de seguro me mataría.

Comenzamos a correr alrededor de la cancha, tratando de pensar en otras cosas o de concentrarme en lo que estoy haciendo, pero simplemente no puedo y menos al estar Yokoyama-kun corriendo delante de mí, debido a que mi mirada no se despega de su espalda y menos de su lindo y voluptuoso trasero… Ok, esto no está muy bien que digamos; a mí me gustan las chicas hermosas, con su buen par de pechos y me parece aterrador pensar de esa manera lujuriosa por un hombre, aunque no puedo negar que si tiene un buen trasero ¿Pero qué te pasa Hikaru?

- Muy bien chicos, cada uno busque al compañero que le asigné, haremos abdominales, así que mientras uno las ejecuta el otro le sostendrá los tobillos y harán lo mismo cuando cambien de lugares ¿estamos claros?

- Si, Murakami-sensei – dijimos todos al unísono, esto cada vez empeora más.

- Tú primero harás las abdominales, yo sostendré tus tobillos – dijo Yokoyama-kun sonriente.

Hice caso a lo que me dijo y de inmediato me acuesto en el suelo, estremeciéndome un poco al sentir sus manos sobre mis tobillos. Respiré profundo, tratando así de disipar todo aquello que siento y comienzo a hacer las abdominales bajo su intensa mirada, haciéndome sentir mucho más nervioso y preocupado de lo que estoy.

- Ahora es mi turno de estar abajo – no sé si es producto de mi imaginación o qué, pero aquello había sonado muy seductor.

Se acostó sobre el suelo, doblando sus rodillas, mientras que yo me agacho para así sujetar sus tobillos con mis manos, comenzando rápidamente con las abdominales, notando como cada vez más al subir, su rostro se acercaba al mío, como si quisiera besarme, mientras que yo me inclinaba un poco, como queriendo alcanzar sus labios, pero de un momento a otro y sin poder evitarlo, Yokoyama-kun abrió sus piernas, quedando yo completamente sobre él, sintiendo algo ¿duro? Debajo de mi abdomen.

- Lo siento – dijo con una sonrisa traviesa, a lo cual yo, sin saber cómo, me levanté como pude y salgo corriendo velozmente de allí, escuchando los gritos de mi Padre.


*Daiki*

Llegamos a la mansión de la familia de Kei, maravillándome de lo grande que es y del montón de antigüedades y demás cosas que tiene en su interior.

- No te rías tanto – le reprocho.

- ¿Por qué? Haces caras muy graciosas – dijo tranquilamente sin dejar de sonreír.

- Me pone nervioso.

- Está bien, ya no te miraré más – dijo un poco molesto.

- No te pongas así – dije tomándolo del brazo – de hecho, sinceramente no quiero que dejes de mirarme – dije sonrojándome a más no poder.

- Subamos a mi habitación – dijo, notando como un leve sonrojo se asomaba por sus mejillas, haciéndolo ver muy adorable.

Al estar ya dentro, no dejo de asombrarme por cada cosa que hay, parezco un niño cuando va por primera vez a una juguetería, hasta hay un piano en medio de la habitación.

- ¿Sabes tocarlo? – Pregunto entusiasmado.

- Si, aunque mi padre y mi hermano también saben tocar instrumentos, somos algo así como músicos frustrados.

- ¿Por qué dices eso?

- Cómo sabrás, en mi familia todos somos arquitectos y no es para menos, ya que tenemos a cargo una de las constructoras más importantes del país y cuando mi abuelo aún vivía no permitía que nadie estudiara otra cosa que no fuera eso, si no se hacía lo que él decía, había consecuencias.

- ¿Y tú decidiste seguir esa carrera por él?

- No, en verdad lo hago porque me gusta, aunque al parecer mi hermano Keito si se dedicará a otra cosa.

- ¿Podrías tocar algo para mí? – Pregunto ansioso.

- Con gusto – dijo para después sentarse sobre el banquillo, comenzando a tocar una hermosa melodía, haciéndome sentir una paz y una felicidad enorme de escucharla y más al ver a la persona que amo siendo el causante de tan hermosas notas.


*Yokoyama You*

Al escuchar una melodía proveniente de la habitación de mi hijo, no dudé en dirigirme hacía allá y aprovechando que la puerta está abierta, entro sin interrumpir la bella atmósfera que se había creado en ésta, viendo al hermoso chico que está al lado de mi hijo, el cual puedo asegurar que es ese amigo del que tanto me ha hablado, haciéndome recordar a cierta persona que jamás dejaría de amar. Al terminar la canción, veo como mi hijo toma la mano de su acompañante y noto esa mirada que sin duda reconozco fácilmente.

- Papá no pensé que estabas aquí – dijo Kei al mismo tiempo que suelta la mano de su amigo y se levanta del banquillo.

- Solo vine por algo que se me olvidó, pero me alegro de haberlo hecho.

- Cierto, él es el amigo del que tanto te he hablado.

- Mucho gusto, Yokoyama You, pero si quieres puedes llamarme Yoko-san.

- El gusto es mío – dijo haciendo una reverencia.

- ¿Cómo te llamas? Kei siempre se refiere a ti como Dai-chan y pues no creo que ese sea tu verdadero nombre – río al ver lo apenado que está.

- Maru… Maruyama Daiki, ese es mi nombre – dijo nerviosamente, haciéndome sentir un vuelco extraño en mi pecho, llegando a mi cabeza toda clase de ideas, pero no es posible, no puede ser él, aunque tenga su mismo apellido y su mismo encanto.

- Joven Kei, la merienda ya está servida en el comedor – dijo de repente Ayumi-chan, sacándome del trance al que había entrado – Yokoyama-sama, si gustas puedes ir también.

- Me encantaría, pero tengo que irme.

- ¿Ya te vas? –Preguntó Daiki con algo de desilusión.

- Si y espero verte de nuevo aquí pronto, eres más que bienvenido a ésta casa Dai-chan ¿Si te puedo llamar así?

- Por supuesto Yoko-san.

- Ayumi-chan, lleva a nuestro invitado al comedor, tengo que decirle algo a Kei, hasta pronto Dai-chan – dije reverenciándome.

- Hasta pronto Yoko-san – dijo para luego irse con Ayumi-chan.

- ¿Qué me tienes que decir? – Preguntó Kei.

- ¿Te gusta?

- ¿Qué?

- ¿Te gusta Dai-chan? Y no me mientas que conozco muy bien esa mirada.

- Sí, si me gusta y mucho - dijo tan rojo como un tomate.

- Entonces no pierdas tiempo y díselo – dije para luego revolver sus cabellos e irme.

Salgo de la mansión, todavía con esas ideas dando vueltas por mi cabeza y a pesar de que me siento emocionado, no puedo evitar sentir temor de averiguarlo.


*Maruyama Ryuhei*

- ¡Maru-sensei! – Escucho que alguien me llama, haciendo que me detuviera.

- Ho… Hola ¿Eres de la clase 3-B cierto? – Pregunto, aunque la verdad es que no podría olvidarme de alguien como él.

- Si, yo soy Yokoyama Keito de la clase 3-B – dijo sonriente, pero ese apellido.

- ¿Yokoyama? – Siento como un sudor frío recorre todo mi cuerpo.

- ¿Estás bien? Es que te has puesto un poco pálido – dijo preocupado.

- Sí, estoy bien, es que ha sido un día muy pesado ¿Y para qué me buscas? – Pregunto, tratando de cambiar el tema.

- Solo quería decirte que me alegra mucho que seas nuestro nuevo maestro.

- Gracias ¿pero solo me buscabas para decirme eso?

- Si, es que no sé, me agradaste y tenía la necesidad de decírtelo.

- Muchas gracias.

- Bueno, me tengo que ir ya, hasta mañana Maru-sensei – dijo finalmente, haciendo una reverencia y luego marcharse.

Respiro profundo y sigo nuevamente con mi camino, sintiéndome un completo idiota por reaccionar de esa manera por un tonto apellido que quién sabe cuántas familias más lo tendrán, tengo que dejar la paranoia.


*Kei*

Después de pasar una maravillosa tarde junto con Daiki, haciendo su maqueta, me propongo a llevarlo hasta su casa en mi auto, queda muy lejos, pero no quería que fuera en el metro, hasta se hubiese dañado ahí.

- Gracias por traerme Kei y por ayudarme a hacerla, quedó preciosa – dijo Daiki sonriente, habíamos dejado la maqueta encima del comedor de su casa, libre de cualquier accidente.

- No es nada, me encantó pasar todo el día contigo.

- A mí también, aunque te he quitado el tiempo que hubieras aprovechado para tu trabajo de grado.

- Por eso no te preocupes, eso lo tengo más que listo, solo me falta terminar ciertos detalles.

- En verdad no sé cómo pagarte todo esto.

- Hay una forma, pero no es algo que quiera como un simple pago.

- ¿Qué es? Si está en mis posibilidades dártelo, te lo daré.

- Sé mi novio – dije finalmente, haciendo caso a lo que me había dicho mi Padre, tomándolo entre mis brazos y besarlo como tantas veces había deseado hacerlo, siendo correspondido de la misma manera.

CONTINUARÁ...